Tuesday, November 28, 2006


TODOS LOS DIAS, A ESO DE LAS OCHO Y CUARTO


La rutina siempre ha sido un tema entre las personas, tal vez por verse inmersas en la monotonía de la sucesión de días; parecen olvidar que, si bien nos llenamos de preocupación o problemas, siempre el día nos ofrece la posibilidad de un momento especial y gratuito.

Para mí ese momento es a eso de las 8:15, cada vez que en el bus veo el atardecer. Pareciese que nadie está pendiente de estos hechos, nublados por la rutina que es tanto responsabilidad de las obligaciones que tenemos como también de uno mismo. Me relaja ver las tonalidades que se apoderan el cielo, las colinas púrpuras y el espacio encendido del rojo intenso del final del sol, o los sutiles amarillos y anaranjados colores que tiñen las nubes; muchas veces acomodadas en una marcha simétrica… muchas veces en un transitar solitario e iluminado.

Quizás son esos momentos los que sirven para mantener la estabilidad en cada nueva mañana, o quizás es simplemente un suceso que pasa en 20 minutos, quedando solamente como un lindo recuerdo, una linda visión que se queda en los ojos y que alegra en el espíritu. Quizás lo importante es saber que la naturaleza no sabe de rutinas, pues en su especial monotonía se esconde la belleza y variedad de cada uno de los días.


"TRAS LAS MONTAÑAS AZULES, LA LUZ DEL SOL EN UN MANTO VIOLETA"

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