Monday, December 07, 2009




A Dustland Fairytale

Los paisajes se precipitan mientras el cuenta kilómetros avanza un ritmo constante. Sin duda los números no describen lo que es escapar, lo que es dejar todo atrás, solo, pero cargado de peleas, miradas y palabras que se van de a poco entre las ventanas, con el viento silbando en mi oído una canción de despedida, con el sol en medio de la cara reflejándose en los testimonios de mis lagrimas que descienden por el volante. El asiento que era de ella luce el vacío de la ausencia definitiva mientras creo descubrir las marcas de su cuerpo entre los pliegues de aquel roído cuero beige, sin embargo, son sólo las marcas de la memoria, los locos juegos del recuerdo, ese recuerdo que se escribió entre la tierra suelta y el sol, entre pastelones rayados y pasillos enrejados, entre la lluvia en la cara y los caminos escondidos hace 7 años.

La carretera se abre y entre el asfalto quedan las promesas arrolladas y aquellos besos que se escaparon mientras corrías el rostro. La imagen de tu cuerpo se disipa entre las razones que tengo para irme de acá a regalarle mis años al tiempo y a los caminos. Haré un pacto con el mundo para que me trague la tierra y me escupa cuando mis cabellos exuden años blancos. Volveré a ver las flores de tu vida y encontrar el perdón al reconciliarme con tus miedos. Volveré a caminar con zapatos antiguos entre el polvo de la senda que estoy abandonando hoy. Después sólo me quedará visitar a la muerte con mis deudas saldadas y mi piel deshecha. Mi cuento de hadas habrá terminado.

1 comment:

Andrea Rocuant said...
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